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¡Ay no! La raíz de mi vida, no tiene, fortaleza, yo logré sostener algunos trozos de tierra, pero el llanto y la congoja arrebataron mis fuerzas ¡Ay no! Que pensar de mis ojos, ya sin profundidad, sólo espacios de mi alma, que más, si este es el final, que caiga ya, el dijo: ¡dame el cáliz de amargura, sí, que acabe esta tortura! No sé, de dónde viene esta pena.
Hola Siboney!
ResponderEliminarVi tu comment en mi blog, ahora voy a leer un poco el tuyo. Me gusta mucho el formaato (el mío es mucho menos artístico).
Un beso,
Viradu (o Matt)
GRacias Viradu!
ResponderEliminarnos leemos
A donde van todas las penas... y a donde deben ir
ResponderEliminarellas que existen y deben existir, las penas, como las alegrías, sin las unas no podríamos apreciar las otras
Un saludo de plumas negras